El amor no es sólo una palabra. Es la máxima expresión y el más real y sincero sentimiento.
Hay amor de madre, amor de amigos, amor de hermanos… y hay amor de pareja. Este último, como bien lo sabemos, requiere muchos cuidados.
El amor de pareja se asemeja a una fogata, debe estar siempre encendida para que no se apague. Cada detalle, cada palabra sincera, cada beso, cada abrazo mantienen encendido el amor. Tal como el fuego, el amor debe entregarse en la justa medida, no solamente por tiempos y exagerado, sino constante y de calidad.
Una relación exitosa no se basa en el yo, se basa en el tú y yo, en el nosotros. No es imponer, es equilibrar. Es pensar siempre en equipo.
El complemento del uno y del otro es fundamental y no se puede caer en el error de resaltarle al otro sus defectos; por el contrario, cuando el error está visible se deben engrandecer sus fortalezas y de manera cariñosa apoyarlo para mejorar. Se trata es de crecer juntos: “Las debilidades del uno se fortalecen con las capacidades del otro”.
En algún momento ceder será una buena decisión. La prepotencia y el orgullo solo abren brechas que tal vez luego sean imposibles de cerrar.
De AMOR sí se vive todos los días, es la fuerza y el motor que impulsa la humanidad.
El AMOR hay que vivirlo, hay que cuidarlo y fortalecerlo. Esta es la clave.
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