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¿Cómo agradecer a todos los habitantes de Guatapé sus atenciones y dedicación a los caminantes agrupados en el XIII Encuentro Nacional de Caminantes?.

– Doy Gracias Gracias, con los brazos abiertos y extendidos en un Gran Abrazo del Oso a cada habitante que se comprometió con su pueblo para producir éste resultado en cada caminante: hombres , mujeres y niños.
La belleza de sus zócalos, plaza y calles adoquinadas quedan enmarcadas en un circuito exterior por las agua ralentizadas del río Nare. Todo gravita alrededor de la Gran Roca o Piedra de Guatapé.
La consigna que me trajo acá fue la de caminar: Quiero expresar que desde mucho antes de llegar, varios de nosotros nos inscribimos en una caminata recomendada por quienes ya habían visitado el lugar: “La de los Monasterios”.

Nunca antes sendero alguno que haya hecho, había sido guiado por una religiosa, con todos los hierros – como dicen en el béisbol – con su hábito normal, tenis, morral, sombrero y camiseta que la acreditan como guía. Al principio creí que su presencia obedecía a decir una oración, alabanza por el día que comienza y el Amén. Pero que va, iniciamos la caminata con ella a la cabeza.

Las mujeres fueron las primeras en volar a rodearla y a llenarla de preguntas, que en su mayoría no respondió o esquivó por ser políticas de su congregación.

Con el pasar del tiempo ésta figura delgada y adusta nos fue dejando atrás a la mayoría de nosotros, de allí en adelante comenzamos a llamarla “La Monja Voladora” y las mujeres a pedirle que caminara más despacio.

Subimos por senderos y potreros, cruzamos la misma quebrada dos o tres veces en menos de 200 metros, lo que nos causaba risa, pero ella no se inmutaba. Arriba, un toro embravecido nos cerró en paso, esperamos a la monja por su ayuda, pero ella pasó por más abajo evitando el peligro, adelante pasamos agachados por los alambres de púas, ella pasó como si nada abriendo el broche –como le dicen allá a los pórticos- los indisciplinados subimos veinte metros más arriba y desde allí vimos el Monasterio de las Benedictinas o del Espíritu Paráclito Divino, ella siguió con el resto por el valle en busca del camino.
Llegamos al un gran portón de rejas, buscamos un timbre, en su lugar hay un letrero que dice: “La entrada por la puerta pequeña”, listo, entramos con otro caminante y la dejamos abierta para los demás.
La iglesita es más pequeña que la del Monasterio de los Monjes y a unos pasos de la entrada hay un reja que te impide llegar al altar. Veo una monja de hinojos frente al ara, la observo durante un rato y parece orar con la eternidad, no le interesa lo terrenal. Doy tres pasos hacia atrás y salgo.10464364_812426518769883_4736607041080122683_n
Están todos los caminantes en la plazoleta tomando fotos en grupos de amigos y hablando entre ellos.
Allá, al borde derecho está la monja, posando para la foto grupal. Tomada la postal comenzamos a caminar de regreso al pueblo por la carretera.
Pone a la gente a cantar para aliviar el ambiente, no hay nada preparado pero cantan “Allá en el Rancho Grande” y luego “Se va el Caimán”, no había escuchado tanto ruido junto, tratándose de la monja, vale.
Utiliza un truco para mantener a la gente a grupada, les grita a los de adelante que paren porque hay un desvío, cuando los alcanza, ella sigue derecho y los deja con la boca abierta. ¡No hay tal desvío!.
Termino la caminata montado en la parte trasera de la máquina de bomberos que pasó por allí y nos deja –somos como cinco caminantes- cerca de la plaza central de Guatapé.
Solamente vuelvo a ver a la monja en la noche, viene acompañada de otras religiosas. Las saludo y me responden con una sonrisa.
Todavía me pregunto, ¿cómo hizo la monja para conserva sus hábitos sin manchas de barro?, si todas las noches anteriores a las caminatas llovió como un berraco?.
La caminata originalmente se le llama de “La Contemplación Religiosa”, yo lo que contemple religiosamente fue a la monja, inició y terminó sin mancha la caminata.
De ahí que haya llamado a esta pequeña crónica, “El SENDERO DE LA MONJA”
Amén.

Fuente: Lucio Cordero

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