– El Parque Educativo El Santuario destacará el aporte de los hijos que ya no viven en el municipio pero que continúan teniendo lazos fuertes con los suyos.
Dicen que «santuariano ayuda a santuariano». Y es cierto. Pocas veces alguien parte del municipio buscando un mejor futuro sin que en el lugar de llegada un coterráneo lo espere para ayudarlo a instalar e impulsar su sueño. «Van recomendados por sus padres donde algún paisano, quien les ayuda hasta que toman vuelo propio», contó hace un tiempo el profesor santuariano, Fabio Jiménez, a la revista Dinero.
Servir es una vocación inherente en quienes nacieron en este municipio del Oriente antioqueño. «El santuariano conoce, respeta y ama su cultura. Si en los primeros años se revela contra lo tradicional y se lanza aventurero en busca de modificar su propia conciencia, nunca rechaza lo ancestral (…). Por eso todos los que salen, así obtengan ventajas profesionales, económicas o sentimentales fuera de su patria chica, regresan periódicamente», escribió Tulio Mario Cuervo Hoyos en El Santuariano, el periódico local, sobre ese sentido de unidad.
No en vano el nuevo Parque Educativo El Santuario busca eso: articular a las instituciones, personas, grupos organizados, entidades y demás actores de la localidad para hacer de él un epicentro que permita acoger, activar y trasformar la cultura del municipio, a partir del desarrollo de las habilidades y potencialidades ciudadanas, científicas, tecnológicas, investigativas y de emprendimiento de las personas.
Así mismo, se destacará el aporte de los santuarianos que aunque no viven en el municipio continúan teniendo lazos fuertes con su pueblo natal.
Cuna de emprendedores
Es famoso el dicho que dice que “el santuariano sale de su pueblo con una mano adelante y con la otra atrás espantando el hambre con una rama”. Exalta su actitud combativa, rebuscadora, emprendedora. Esa con la que se abrieron paso en los principales comercios de Medellín, Bogotá, Barranquilla, Cali, Cúcuta, Ibagué y ciudades tan lejanas como Leticia, donde se dice que manejan los mercados de la carne y el pescado. Incluso hay santuarianos en Brasil, Arabia Saudita y China.
Iván Botero Gómez, quien nació en El Santuario, es uno de los empresarios más reconocidos de Armenia, el Eje Cafetero y el país. Llegó a esa región en la década del 60, con el sueño de hacer empresa. Según el diario La Crónica del Quindío, «vino para empeñarse en el liderazgo de una causa comercial pequeña que él con su talento fue formando hasta convertirla en una firma con marca y patente nacional, IBG, empresa del Quindío para el país que hoy es ejemplo nacional».
Citado por la revista Dinero, el historiador Luis Fernando Molina, autor del libro Empresarios colombianos del siglo XIX, dijo que esa habilidad comercial de los habitantes del Oriente viene desde la Colonia.
“Los habitantes de estas zonas eran reconocidos por su pericia como arrieros y cargadores a hombros, transportando gente y mercancía en silletas. En la Colonia, el acceso de los productos a la provincia dependía de los caminos y los trechos navegables del río Nare. La actual carretera Medellín-Bogotá es más o menos el sentido de estos caminos y la ruta de estos municipios. Todas las mercancías provenientes de Cartagena, Honda y Bogotá se introducían por el río Magdalena y estos campesinos las pasaban en hombros”, reseñó la publicación económica.
Así, pues, nació la vena emprendedora de los santuarianos, quienes se caracterizan por ser respetuosos de sus tradicionales y solidarios con los suyos. El Parque Educativo El Santuario le apuesta, entre otras cosas, a seguir fortaleciendo esos valores.
Fuente: Gobernación de Antioquia