Antes de la media noche, Rigoberto Cortés llega al Cementerio de Marinilla, ingresa y según cuenta “les pide permiso para sacarlas”, luego sale del lugar y empieza el recorrido por las calles de la población.

Rigoberto, desde hace 10 años dedica todo el mes de noviembre a rezar por las ánimas, una tradición que aprendió de su abuela y que ha deseado replicar en las cientos de personas que llegan cada noche acompañarlo y a responder su pregón: “un padre nuestro y un avemaría por las benditas almas del purgatorio”.

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