El cierre del Hipódromo Los Comuneros de Guarne en el 2008 dejó tras de sí una crisis en el movimiento hípico colombiano. Sin embargo, este escenario ha permitido que hoy en día el Oriente Antioqueño se postule como el epicentro de la actividad hípica en Colombia.
Por: Keren Flórez y John F. Ruiz
Corre el año 2007 y como todos los sábados la gente se amontona en la taquilla de apuestas. En el partidor los caballos están listos, y cuando nadie lo espera, las trompetas anuncian la salida mientras el júbilo invade las tribunas del Hipódromo Los Comuneros de Guarne. Cinco años después de esta escena, que se repetía cada fin de semana, lo que se levanta en este escenario deportivo es una espesa hierba que poco a poco ha ido acabando con la pista, las tribunas y la ilusión del negocio hípico.
Guarne es el lugar que impulsó el movimiento hípico en Colombia. Antes de Los Comuneros el último hipódromo que había funcionado en el país había sido el de Los Andes en Bogotá que operó hasta 1987. A partir de ahí, según el experto William Yarce Maya, “se acabó la actividad hípica en Colombia”. Pero ocho años después, a un grupo de paisas amantes de los caballos se les ocurrió la idea de fundar el Hipódromo Los Comuneros para volver a revivir el movimiento. Era el año de 1996.
Fue a partir de allí que el Oriente Antioqueño empezó a liderar todos los procesos hípicos, no solo por ser sede del escenario deportivo, sino también porque allí se criaron los mejores ejemplares de Colombia y se formaron gran cantidad de jinetes, uno de ellos corre hoy los caballos del rey de Arabia. Quizá por esto, es que el Oriente Antioqueño se levanta como el primer productor de caballos pura sangre del país.
Los Comuneros en crisis
Antonio Olmedo siempre se quedaba hasta el final de las carreras, después, cuando todo terminaba, se tomaba una cerveza o un fresco a las afueras del Hipódromo. Este argentino nacido un 11 de septiembre de 1938 llegó por primera vez a Colombia en los sesenta como jugador de polo y luego, por azares del destino, trabajó como juez de partida en Los Comuneros hasta el día de su cierre.
Antonio supo que en 1993 un grupo de paisas compraron un terreno a las afueras de Guarne ubicado al lado de la Autopista Medellín-Bogotá, donde se comenzaron a hacer carreras con caballos criollos y puros para calentar el ambiente hípico en Antioquia. Que luego, cuando la idea estaba madura, se constituyó la Sociedad Hipódromo Los Comuneros S.A, una compañía de doce aficionados a este movimiento quienes invirtieron dinero para la construcción del escenario. En enero de 1996, con una mínima infraestructura, se realizó la primera reunión de carreras.
Por su parte, Jorge Duarte es catalogado por muchos como el mejor jinete que ha tenido Colombia, según él, este hipódromo fue realizado por los antioqueños con el ánimo de tener carreras solo para ellos; pero cuando el país empezó a enterarse de que Los Comuneros era el único que estaba funcionando a la fecha comenzaron a llegar caballos de Bogotá, Cali y otras ciudades para correr en Guarne. “Ya era demasiada demanda, el hipódromo no estaba programado para tanta cosa”, cuenta Duarte, pues de una carrera mensual pasaron a tener hasta tres carreras por semana, “se les creció el enano”, agrega.
Antonio y Jorge, ambos ligados de por vida a la hípica, recuerdan lo que pasó luego, el inicio de la crisis. Mientras Duarte continuaba con su profesión y Olmedo dividía su tiempo entre jugar polo y ser juez de partida los fines de semana, la sociedad quería tener un hipódromo con mayor perspectiva, y para eso, era necesario contar con un socio extranjero.
juezAntonio Olmedo
Para William Yarce, uno de los doce fundadores, era preciso darle dimensión internacional al espectáculo deportivo. “Veíamos que era necesario tener carreras por televisión, que la señal llegara a otros países, que se pudieran ampliar las apuestas. Empezamos esa búsqueda y encontramos que había una firma llamada Equus Entertainment”, señala Yarce. La firma que resultó ser de origen norteamericano estaba manejando hipódromos en Panamá, Puerto Rico y República Dominicana y parecía ofrecer todo para garantizar la calidad del espectáculo que se buscaba.
El negocio se hizo y a Equus Entertainment se le vendió el 51 por ciento de la sociedad. El dinero, comenta Yarce, se invirtió en la construcción de tribunas con una capacidad para 5.000 personas, la adquisición de nueva tecnología con 120 máquinas para el sistema de apuestas, áreas de comidas y cabinas para los medios de comunicación. Paradójicamente Antonio, que era juez de partida, se le hace un nudo en la garganta cada vez que piensa en los extranjeros que acabaron con la hípica en Colombia. “El gran error”, comenta.
Después de la venta, “ellos eran los que mandaban, ya dominaban todo”, afirma Duarte. Mientras para William fue una lástima lo que sucedería luego, Antonio le tocó agachar la cabeza y aceptar la decisión que toman los grandes. Durante el auge de Los Comuneros, por el año 2003, Guarne recibía cerca de 180 millones de pesos anuales por concepto de apuestas, más el impuesto de Industria y Comercio. En este escenario se llegó a apostar hasta 18.000 millones de pesos al año afirma Yarce.
¿Qué pasó con el dinero?
Ellos eran los que recibían la plata y en lugar de hacer las inversiones se las llevaban para fuera, entonces nunca había inversión aquí en el Hipódromo.
¿Y las carreras?
Todo se deterioró. Empezaron a traer unos caballos de desecho de Venezuela y se empezó a deteriorar la calidad del espectáculo, a no pagar premios y todo eso; fue como una bola de nieve que fue creciendo.
¿Debían plata?
Si, empezaron a deberle a la Dian la retención de la fuente, y a no cumplir con obligaciones legales, todo llegó a un punto en que no tenían como seguir.
¿A cuánto llegó la deuda?
A la Dian se le debían 14 mil millones de pesos.
Aquél día, a William, uno de los accionistas, sólo le pagaron el 20 por ciento de lo que se le debía. Eso, porque la empresa norteamericana vendió el terreno y con esa plata pagó las deudas con la Dian y el resto lo repartió entre socios, trabajadores y propietarios de caballos. Además, ochocientas personas se quedaron sin empleo, entre entrenadores, veterinarios, jinetes, galopadores, asistentes de apuestas, herradores, personal de limpieza, palafreneros, suministradores de alimentos, criadores, vendedores y transportadores. Esto, sin contar con los 3.000 empleos indirectos que generaba este escenario. Era febrero de 2008 cuando las puertas del Hipódromo Los Comuneros se cerraron.
yarce
William Yarce
¿Qué ocurrió luego con las personas desempleadas?
Los entrenadores, algunos se pusieron a manejar taxi. Los jinetes, los buenos viajaron al exterior.
Para el argentino Antonio Olmedo el caso era diferente. Por esa misma época jugaba polo y solo era juez de partida los fines de semana. Aun así, él da fe de que Los Comuneros era una fuente de empleo en el Oriente Antioqueño y sobretodo en Guarne. Pero él, aunque todo se había acabado, seguía soñando con que llegara el sábado para dar inicio a una nueva partida. “El cierre fue muy duro para todos, pero el tiempo le va borrando a uno eso”, anota el argentino mientras bebe mate en su casa ubicada en San Antonio de Pereira. Antonio solo va de visita a Argentina, porque dice que allá se siente extranjero.
La hípica no muere
Al lado de lo que era el viejo Hipódromo se levanta hoy la sede del club de fútbol Atlético Nacional. Para extrañeza de algunos, tanto la sede del Nacional como el terreno donde quedaba situado Los Comuneros pertenecen al mismo dueño, Ardila Lulle. Sin embargo, en la pista de carreras se eleva una espesa hierba, y las tribunas, parecen estar a la espera que la intemperie acaben con ellas. Todo un terreno abandonado.
Pero todavía, hoy se habla de Los Comuneros. Personas que alguna vez asistieron al espectáculo y apostaron al número de un caballo, aún recuerdan toda la euforia que una carrera despertaba en el público, hoy muchos de ellos no tiene muy claro porque el Hipódromo de Guarne se cerró.
Actualmente, no ocurre nada decisivo. Según William Yarce Maya, las esperanzas de construir un Hipódromo en Antioquia están cada vez más lejos. “El empeño es hasta que algún Gobernador entienda que este es un negocio muy bueno para el departamento”, explica Yarce. Es por eso, que a principios de junio William y otros aficionados a la hípica, comenzarán conversaciones con el Gobernador de Cundinamarca, Álvaro Cruz Vargas para ver la posibilidad de construir un Hipódromo en la capital, pero aun no hay nada concreto.
Desde Inglaterra se ha considerado que las carreras de caballos son el deporte de los reyes, un deporte que marcó historia en el Oriente Antioqueño, y que hoy por hoy, jinetes, criadores y amantes a los caballos, se rehúsan a que su verdad se convierta en leyenda.
Fuente: www.orienteapress.com