Cuatro meses cumple la Universidad de Antioquia, un claustro de 26.000 estudiantes, en anormalidad, con todo lo que ello implica en materia de presupuesto, cancelación de cursos, divisiones en la comunidad universitaria, además de la pesca en río revuelto de los que aprovechan estos movimientos para ejecutar actos vandálicos, promover acciones políticas partidistas y otras acciones contra el normal funcionamiento del centro de educación.

EL COLOMBIANO habló con el rector de la U. de A., Mauricio Alviar sobre la situación de la universidad. Destacamos algunas de sus respuestas relacionadas con la deserción estudiantil, sentido del paro, finanzas, matrículas y regionalización, entre otras.

Desde octubre la U. de A. está en anormalidad académica luego de que un sector de los estudiantes y profesores rechazara la reforma al examen de admisión. ¿Por qué insistir en reformar este examen?

“La universidad pretende con este cambio en el examen de admisión dos objetivos: hacer un proceso de selección que sea más equitativo y con mayores oportunidades para los aspirantes y, por el otro, reducir la deserción, esas son nuestras grandes preocupaciones: la calidad y la deserción, ambas articuladas. La universidad y estudios internacionales han demostrado que la calidad de los jóvenes que entran al sistema de educación superior, si no es lo suficientemente buena los chicos se van a estrellar y empiezan a abandonar el sistema. Eso puede verse en unas cifras muy claras. Hacia finales de los años noventa la deserción temprana, es decir, la que se presenta en el primero y segundo semestre era del 11,5 %, hoy esa deserción es del 23 %. Otro dato bien dramático, entre 2005 y 2015 salieron de la universidad 20.000 muchachos por bajo rendimiento académico. La universidad no se puede quedar cruzada de brazos frente a esa realidad”.

¿Por qué la reforma reduciría la deserción?

“El objeto de una prueba para un proceso de selección, en este caso para la educación superior, tiene que cumplir dos propósitos. Uno, garantizar el éxito académico. Es decir, que las personas que yo seleccione con esa prueba me ayuden a predecir la probabilidad de éxito o fracaso académico. Si decimos que a la Universidad de Antioquia entran los mejores, cómo explicamos esas altas tasas de deserción por bajo rendimiento académico, cómo explicamos que a los muchachos les da muy duro la matemática y la comprensión lectora. Vimos que el examen que teníamos no estaba captando bien las competencias y calidades de esos jóvenes y, por eso, pusimos una tercer prueba, que nos ayudara a perfilar también la vocación del joven, porque eso también es un tema que interviene en la deserción”.

El sector estudiantil y profesoral que rechaza la reforma al examen afirma que con la misma se privatiza la U. de A. y se saca a las gentes más pobres. ¿Tiene esto sustento real?

“Ese tema fue uno de los argumentos centrales del movimiento estudiantil y sus líderes, que los cambios eran elitistas, privatizadores, pues los resultados de este examen que se aplicó en noviembre prueba que ello no es cierto”.

¿Se hizo una investigación sobre los resultados?

Sí, la prueba era el nuevo modelo de examen con la tercera prueba específica que se implementó para los que empezaron esta semana a estudiar. ¿Qué encontramos sobre ese tema?: que el 90 % de los admitidos sigue siendo de estratos uno, dos y tres, y que el 70 % de esos admitidos sigue llegando de colegios públicos. Eso es una tendencia que no se quebró. Es decir, que el objetivo del examen no era el de ser privatizador ni de buscar el objetivo de que entraran más jóvenes de estratos 4, 5 y 6 y de colegios privados de alto rendimiento académico”.

¿Se ha recibido alguna propuesta alternativa de quienes impulsan el paro?

“Sí, hemos recibido una propuesta o tal vez dos, inclusive con un modelo de acuerdo académico para que el Consejo Académico lo asuma. Tienen aspectos interesantes indudablemente, pero hay una parte que a mí me preocupa y es que a renglón seguido de su propuesta viene el tema de que la misma tiene que ser vinculante. Es decir, que el Consejo Académico tiene que adoptar lo que diga una comisión o un comité conformado por profesores, estudiantes e inclusive egresados, sobre la prueba de admisión”.

En otras palabras, se pierde la institucionalidad dentro del claustro…

“Por Ley 30 y Estatuto General de la Universidad, el Consejo Académico es la instancia que toma las decisiones académicas de la universidad. En el tienen asiento los profesores, los estudiantes, las directivas académicas, entonces ese es el espacio institucional de toma de decisiones. Lo que decida la asamblea de estudiantes o de profesores o de empleados, son asuntos digamos estamentarios y son muy respetables. En muchas épocas en la historia de la universidad han tenido mucha legitimidad, pero no son instancias a la luz de la institucionalidad”.

El conocimiento no es de izquierda, ni de derecha ni de centro. Es conocimiento y punto. Si el objetivo de la prueba es tratar de avanzar con la bandera de la calidad del conocimiento, ¿en qué afecta la reforma al grupo que lo rechaza?

“No afecta para nada a quienes hoy están matriculados en la universidad y venían estudiando. El nuevo examen de admisión es precisamente para los nuevos aspirantes a la universidad. La crítica más bien tiene un trasfondo político”.

¿La oferta académica que tiene hoy la U. de A. es la que demanda el país y la fuerza laboral del futuro?

“Yo diría que en gran medida sí. Los programas que ofrece la universidad tienen un alto nivel de pertinencia. Tratan de equilibrar el tema de las ciencias exactas, las ingenierías y las humanidades. Me parece que debe ser así. El mundo de hoy y Colombia en particular, si bien necesitan el desarrollo de ciencia, tecnología e innovación, formar también científicos en las ciencias básicas e ingenieros de alto nivel, no podemos olvidar las humanidades. En eso la universidad ha hecho una contribución extraordinaria y no solo en las humanidades. En las artes también. Diría que como institución somos pertinentes para la sociedad. Cuando uno mira, por ejemplo, la llegada de la universidad a las regiones, con programas académicos, ahí sí tenemos que ser muy cuidadosos con la pertinencia”.

¿Cómo está hoy la Universidad de Antioquia en términos financieros?

“La universidad hoy tiene una situación difícil financieramente, como la tienen todas las universidades públicas. Nosotros arrastramos un déficit, que llamamos estructural, en los gastos de funcionamiento porque los salarios de los profesores y los gastos del personal, en general, han crecido a una velocidad mayor que los ingresos que da el Estado porque, según la Ley 30, esos ingresos crecen a la tasa de la inflación o al cambio del IPC, pero los gastos han crecido a una proporción mayor. Entonces, ahí toca hacer una labor muy fuerte de gestión de recursos pero, sobre todo, de los que hagan base presupuestal”.

¿En materia de deudas cuál es la situación?

“En esa materia es sana hoy no les debe una cantidad gigante a los bancos. Tenemos una deuda con Findeter para proyectos de inversión en infraestructura física, pero es una situación muy manejable, una situación sana desde la perspectiva del endeudamiento, pero sí hay que reconocer que tenemos un déficit para funcionamiento”.

¿Hay cómo solventar esa situación?

“Se están buscando salidas, se está haciendo una gestión con la Alcaldía de Medellín, la Asamblea Departamental y el Ministerio de Educación. Me he reunido con los rectores de la Universidad Nacional y la Universidad del Valle. La Ministra ha estado muy atenta a escuchar las propuestas de los rectores para tratar de allegar más recursos para las universidades públicas, pero que se traduzcan en mayores niveles de calidad y cobertura”.

¿La U. de A. logra ingresos a través de la venta de servicios?

“Sí, la universidad tiene gran cantidad de recursos por lo que se denominan rentas propias que se derivan de proyectos de asesoría, consultoría, venta de servicios, diplomados, cursos cortos, pero esos dineros que aparecen en su presupuesto, en una cuantía muy grande este año, en 2016 presupuestamos alrededor de 250.000 millones de pesos, no se pueden entender como que son de disponibilidad de la universidad en su totalidad, porque en eso está la participación de contratistas, compra de equipos, entonces no podemos gastarnos ese dinero en pagar los salarios de los profesores porque esos recursos vienen comprometidos en un proyecto. A la universidad le queda una cifra cercana al 10 por ciento de esos 250.000 millones”.

¿Cómo está la Universidad en las regiones?

“Justamente estamos celebrando 20 años de la estrategia de regionalización, a partir del Estatuto General, pero la universidad ya traía algunas experiencias con algunos programas. Recuerdo, por ejemplo, el de Regencia de Farmacia, que tiene más de 40 años de historia en las regiones. Incluso, el gobernador, Luis Pérez, fue pionero en estos temas de regionalización en su época de rector. Yo tuve la oportunidad y la alegría de hacer un recorrido por todas las sedes regionales y encuentro una dinámica muy buena en las regiones. La universidad ha hecho un esfuerzo muy grande con el apoyo de la Gobernación y del Ministerio para impulsar la regionalización. Ahora lo que nosotros queremos es un paso más hacia una descentralización. Es decir, lograr tener en aquellas subregiones que han alcanzado niveles de desarrollo mayor, unas sedes con mayor autonomía académica y administrativa. Eso de ninguna manera quiere decir que las otras se van a cerrar”.

¿Qué tan alta es la deserción en las regiones?

“La deserción en las regiones, en promedio, es más alta que en Medellín. Para el año pasado teníamos una cifra cercana al 60 % de deserción, mientras que en Medellín es cercana al 48 %”.

¿También tiene que ver con el bajo nivel educativo?

“En las regiones ese asunto de los déficit de calidad con la que llegan los chicos de la secundaria se siente con más fuerza y eso lo vemos no solo por las matemáticas y comprensión lectora sino también en otras áreas como una segunda lengua. Tenemos situaciones muy recurrentes que los programas no se logran abrir porque no se pueden llenar los cupos y los chicos no pasan el examen de admisión”.

El promedio de las matrículas en la U. de A. es de $210.000, el resto sale del bolsillo de los colombianos. ¿Es muy alto ese resto?

“Un estudiante promedio en la universidad está recibiendo un subsidio del Estado del 98 % de su matrícula, que como usted lo ha dicho es plata de los colombianos, de los impuestos. Entonces es ahí cuando uno dice: me gustaría que a los estudiantes, cuando se les entrega la liquidación de la matrícula, se les debería imprimir un cheque detrás que les diga: el Estado, del impuesto que paga su familia y demás colombianos, les está entregando un cheque de $4.800.000. Obviamente hay programas más costosos que otros. Medicina, por ejemplo, es más costoso que Economía o Derecho. Muchos de los estudiantes de los estratos 1 y 2 solo pagan 1.000 pesos” .

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