Con la neblina parece el camino al cielo. Es el ascenso al Alto de la Raya, antes de comenzar a bajar por la carretera destapada que conduce de Barbosa a Concepción, o La Concha, como le dicen de cariño, ese pueblo que durante un día en 2015 se movió a punta de transacciones virtuales, dejando esa costumbre marcada en muchos de sus campesinos.

Suprimir el uso de dinero físico hoy es un sueño de países como China o Dinamarca. Este municipio del Oriente antioqueño logró, al menos por 24 horas, tal innovación que contrasta con las fuertes tradiciones arraigadas en su gente y el atraso que denotan las trochas para llegar a su casco urbano.

Una valla enorme a la entrada saluda a los forasteros; a la vez, los previene: Concepción, primer municipio sin efectivo en la historia de Colombia y el mundo. Inquieta. ¿Cómo comprar un desayuno, cancelar la noche en un hotel o pagar un café si no se reciben monedas ni billetes?

Algunos turistas lo preguntan, de los pocos que se aventuran a llegar a La Concha, que solo está a 62 kilómetros de Medellín, pero que ahuyentan las más de dos horas de recorrido y sobre todo el pésimo estado de la vía. En el mismo tiempo se puede llegar, por ejemplo, a Ciudad Bolívar, que está a 110 kilómetros de la capital antioqueña.

Al menos 80 negocios, de los 120 que se calcula que existen en Concepción, tienen pequeños letreros en las entradas que dan señas a los compradores sobre la facilidad del pago a través de sus celulares. Eso respondería a los visitantes, porque no es que el dinero físico se haya esfumado sino que convive con las transacciones virtuales.

Túnel del tiempo

Las empedradas calles de este pueblo se abrieron camino por donde la geografía lo permitió. No es una cuadrícula sino una red de estrechas vías que serpentean entre casas coloniales y coloridas, evocando al siglo XIX, pero con unos toscos cableados que estropean el viaje al pasado.

Fue en La Concha, que parece un lugar sacado de la ficción, donde un abogado tuvo que demandar a la “Cofradía de las ánimas y al Señor nuestro amo”, a quienes la dueña, Napomucena Osorio, en un acto de fe les había donado el título de propiedad del terreno donde se construyó, en 1859, la Iglesia de la Inmaculada Concepción.

Sucedió porque en 2013 se requería la firma del representante legal del lote para comenzar la restauración del templo, que al ser patrimonio de la Nación, solo puede intervenirse con permiso del Estado. Como las ánimas nunca se presentaron a juicio, la iglesia pasó a ser propiedad de la parroquia y se pudieron comenzar las obras.

“Aquí tenemos la casa donde nació José María Córdova, que tiene su estatua en el parque principal, donada por el expresidente ecuatoriano Eloy Alfaro en homenaje al prócer, fundamental en la independencia del vecino país”, relata Camilo Ceballos, director del parque educativo local.

La gente de la Concha es gentil, sonríe sin precaución al paso de los extraños, deja sus casas abiertas confiando que la inseguridad que ronda en otros lugares del mundo no llegará algún día a tocar su puerta.

“El municipio es pueblerino y auténtico, solitario, acá no hay bullicio o tumulto, ni en día de mercado. Nuestro lema es: Concepción, tierra acogedora donde nadie es forastero”, expresa Camilo.

Esa fuerte y marcada identidad, el valor patrimonial del casco urbano, y una población pequeña que no pasa de los 4.500 habitantes, fue lo que convenció a la Banca de las Oportunidades y a Davivienda de escoger a esta localidad para implementar el proyecto del primer municipio sin efectivo del mundo.

El día sin efectivo

Más de tres años duró la preparación, puerta a puerta, de los promotores del proyecto para crear cultura financiera en la población urbana y rural de Concepción.

Según Yuly Marín, la única gestora que continúa en el municipio, fue un reto difícil, sobre todo en el campesinado, que se mostró cauteloso y desconfiado de la idea de manejar su plata por medio del celular.

Pero señaló que cuando se escogió a Daviplata —como se nombró a esta herramienta de pago virtual— para consignar el subsidio a 450 usuarios del programa gubernamental Más Familias en Acción, sumado al apoyo de la Administración Municipal, se logró encarrilar y ejecutar la iniciativa.

El 9 de julio de 2015 culminó con éxito el proceso. Los mismos pobladores cuentan que aquel día todas las compras se hicieron a través de transferencias electrónicas.

“Todo era un carnaval, se pagaban los mercados, las donaciones en pastoral social de la iglesia, se compraba ropa o medicinas, y hubo mucha gente que vino de todos lados a conocer a nuestro municipio”, dice María Aliria López, la modista que confecciona la mayoría de los uniformes en el pueblo.

Camilo recuerda que ese día, y varios meses después, era común ver en las tiendas a los consumidores pedir rondas de cervezas que luego pagaban desde sus celulares.

Fue tal la acogida del proyecto que motivó la instalación del único cajero automático que hay en el pueblo, que incluso permite hacer consignaciones con dinero físico. “Cuando llegó al municipio, con esa tecnología solo había uno en Bogotá, ahora ya son varios y en muchas ciudades”, afirma Camilo.

Una costumbre que quedó

“Antes de ese día sin efectivo, haga cuenta que esto era un pueblo común y corriente. Pero ahora uno ya se acostumbró a esta herramienta y yo hasta ahora le pago a mis empleadas y compro lo que necesito con plata que sale desde mi celular”, revela María Aliria.

En las tiendas de abarrotes, en las farmacias, en los bares y restaurantes, quedaron esos monederos virtuales abiertos, pese a que desde que otro banco se ganó la convocatoria para manejar los subsidios de Más Familias en Acción, este proyecto perdió la vitalidad de la que gozó en 2015 y gran parte del año pasado.

“Ahora porque no tenemos emisora porque se le venció la licencia, pero a mí me gustaría sacar una cuña para informar a mis clientes que me pueden comprar cosas pagando desde la comodidad de sus casas”, confiesa Lorena Zuluaga, administradora de una droguería.

Adison Ríos dice que aún tiene su monedero virtual disponible para cualquiera que quiera pagar de esta manera en su tienda, pero sí ha notado que ha bajado esta modalidad.

“Rescato de esa forma de pago que es muy segura y práctica, así uno se evita dolores de cabeza con devueltas o billetes falsos”, comenta Adison.

María Aliria se ha ganado un equipo de sonido, un reproductor de DVD, una tablet, y mientras compra sus pastillas en la farmacia, espera también llevarse el premio de un viaje a San Andrés, si es que como en ocasiones pasadas logra ser la mujer con más cantidad de transacciones desde su celular.

Cuando viaja a Medellín, los amigos de Camilo le preguntan que si es verdad ese cuento que en su pueblo no reciben ni un peso en efectivo, él les tiene que explicar, entre risas, de qué se trata el asunto. Les dice que en la Concha la gente aprendió a convivir con las dos formas: la plata en mano y la otra, la intangible.

Hasta el último corte reportado por Davivienda, en Concepción habían 1673 personas con monedero virtual, y Yuly Marín dice que lo extraño es que aunque no todo el pueblo usa esta herramienta como en años pasados, es la población rural la que por comodidad y costumbre, más usa ese tipo de pago.

El municipio cuenta solo con cuatro hospedajes, dos hoteles en el casco urbano y dos fincahoteles a las afueras. Ni la fama que obtuvo por ser el primer pueblo sin efectivo logró atraer en masa al turismo que todavía se desanima cuando se entera de las trochas que conectan a Concepción con el resto del mundo.

“Estamos como se dice comúnmente, con las calles patas arriba. Hay intervención de alcantarillado, acueducto, se está ampliando las vías de entrada, porque sabemos que arreglando eso, podremos explotar nuestro potencial turístico”, cuenta Camilo.

Las casas no se tocan porque son patrimonio de la Nación. No se puede construir edificios de más de dos pisos y menos si rompen con el estilo colonial del pueblo. Pero la Concha sí que se está preparando para abrirse de su aparente encierro.

La Gobernación destinó $1.500 millones para pavimentar, en una primera etapa, 1,5 kilómetros de la vía hacia Barbosa, y con recursos de la venta de Isagén se hará lo propio con las carreteras que conducen hacia Alejandría y San Vicente.

“Que vengan los turistas, nuestro pueblo va a hacer parte de la segunda vuelta al Oriente antioqueño —afirma Camilo, y añade— si no tienen efectivo, tranquilos, aquí también hay cajero, o por qué no, pueden pagar desde sus celulares”.

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